El ciego de nacimiento (Segunda parte)
«En su recorrido Jesús se acercó a un hombre que era ciego de nacimiento.» «Sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿Qué pecados son la causa de que éste haya nacido ciego, los suyos o los de sus padres?» «No es por culpa de éste ni de sus padres; sino para que las obras del Poder de Dios resplandezcan en él.» En estos dos versículos de esta parábola, Jesús da un giro magistral en su Enseñanza. La fórmula que Él utiliza para devolverle la vista al ciego es la pureza en alquimia personificada, pues para ello usa la tierra, su saliva que es su Esencia y el agua que es purificadora.
Jesús también nos dejó dicho: «Que en Verdad y en Espíritu debemos adorarle, pues tales son los adoradores que el Padre busca.» O sea, lo que nos estaba diciendo es que nuestro cuerpo es «El Templo, la Copa del Grial». Todos los que estéis practicando su Mensaje ya lo tendréis canalizado: que no se necesita ningún lugar para adorarle; más sabiendo Él que para otros muchos tendrían que pasar tiempos hasta que llegaran a este conocimiento, es por lo que dejó dicho: «A mí me haréis un altar de piedra…»
“Quien tenga oído que oiga lo que el Espíritu Santo os anuncia”
Con todo mi Amor,
Josefina