La parábola del sembrador (Segunda parte)

Traeros al recuerdo esta parábola es muy importante, porque habrá muchos que si ya habéis descubierto la Verdad que os hará libres, no debéis olvidar que tenéis que defenderla. Pues la Verdad es grande y está compuesta de pequeñas verdades que, posiblemente, por las experiencias vividas y por no tener la valentía de haberla defendido ante los demás, muchos la habréis dejado en el tiempo sin transmutar. Un día, «por casualidad», revisando los mensajes que me han ido siendo revelados, encontré éste que a continuación comparto con vosotros, pues, aunque lo recibí en 1989, todo lo que en él hay es muy apropiado para ayudaros a comprender cuál debe ser vuestro comportamiento en este presente que estamos viviendo.

Empieza así:

Sois árboles y no todos los árboles dan la misma fruta, pero de lo que sí podéis estar seguros es que el árbol podrido no da nada.

¡Al actuar así, por lo menos no se daña a nadie!

La Naturaleza os está enseñando continuamente a ser limpios para fortaleceros y poder dar.

Este trabajo de limpieza no debe ser una lucha entre vosotros para llegar a ser o a dar más que otro, se ha de hacer rítmica y pausadamente; es como si todos unidos fueseis en una barca que juntos tenéis que guiar, asumiendo cada uno su lugar limpiamente, para que la barca no se hunda.

Ha llegado el tiempo de empezar bien.

No podéis seguir construyendo vuestro Templo Espiritual sobre fango o tierra movediza y, sobre todo, no tenéis que ser impacientes, que cada uno se tome su tiempo para saber lo que el Padre le pide o de lo que tiene que desprenderse, sin ponerse metas brillantes, sino humildemente, alegrándoos del progreso de vuestros hermanos y procurando progresar todos.

Esto se consigue trabajando mucho, sin esperar nada a cambio.

Aprended de la Naturaleza, ella da lo que tiene de una forma limpia.

Que cada uno de vosotros dé lo que tenga, pero que lo dé limpiamente, de manera honesta, porque la fruta, fruta es, no importa la cantidad, lo importante es que sea buena.

Si llegaran a leer este mensaje reyes, presidentes, políticos, institución eclesiástica, etc. ¡Qué positivo sería que empezaran a dar parte de las riquezas de las que se apropiaron indebidamente utilizando al pueblo llano!

¡También lo sería que en vez de estar contribuyendo a destruir la Naturaleza aprendieran de ella!

“Quien tenga oído que oiga lo que el Espíritu Santo os anuncia”

Con todo mi Amor,

Josefina