¿Cómo describir todo lo que es Josefina? ¡Es tanto!

En el momento en que te conocí, Josefina, fue verte y descubrir que eras todo lo que en mi vida había estado buscando. Doy las gracias a Dios Padre por haberme permitido llegar a ti.

Porque he de decir que desde que era niña siempre he sentido un vacío en mi vida que nada ni nadie podía llenar… yo sufría mucho y me refugiaba en la Iglesia hasta que me di cuenta de que todo era un puro teatro, ya que no predicaban con el ejemplo, y con dieciocho años dejé de asistir a misa.

Me casé muy joven con un hombre totalmente opuesto a mí. Con 19 años tuve mi primera hija, y a los cuatro años la segunda. ¡Estaba y me sentía tan sola! Y seguía con ese vacío que nada ni nadie podía llenar.

Por aquella época se hablaba del Dalai lama y yo sentía la necesidad de acudir a algún retiro espiritual, como hacían algunos famosos. No sabía yo entonces que no había que ir tan lejos para descubrir lo que yo buscaba y necesitaba. La VERDAD estaba mucho más cerca de lo que yo creía, como siempre nos ha enseñado Josefina.

Como me encontraba tan triste, una vecina me habló de una persona que echaba el Tarot y que creía que me podría ayudar. También me dijo que llevara una fotografía. Yo así lo hice y, cuando esa persona miró la foto, me dijo lo que yo ya sabía sobre el mundo en el que me movía. Yo, en aquel momento de mi vida, quedé satisfecha quizás porque en el fondo, era lo que yo necesitaba oir. Pero no volví a visitarla nunca más, pues no era lo que yo buscaba. Yo seguía teniendo mi vacío interior.

Tengo que decir que me atraía el Tarot. Incluso me compré uno, pero no aprendí a hacer ninguna tirada. Yo lo tenía guardado y de vez en cuando únicamente lo sacaba y lo miraba, quizás con una mezcla de miedo y respeto por no sentirme preparada para interpretarlo correctamente. Con el libro “Viaja a tu interior con la ayuda de los consejos del Tarot” descubrí lo que verdaderamente esconden esos misteriosos Arcanos que tanto me atraían, que, como dice Josefina, están ocultos para los profanos. Un mensaje radicalmente diferente al practicado por las personas que lo utilizan para la adivinación.

En general, mi vida ha sido muy dura, he soportado humillaciones personales, temporadas sin trabajo, ¡un sinfín de cosas que me han pasado! Excepto mis niñas, que me siento muy orgullosa de ellas. He sido frágil, pero muy fuerte al mismo tiempo. Mi fuerza ha venido siempre de mi voluntad, pues me he caído y me he levantado muchas veces. Cuento todo esto que no tiene nada que ver con Josefina, porque así había sido mi vida de pena, soledad y enfermedades, y de constante búsqueda para llenar mi vacío interior. Hasta que llegó el día en que la conocí…

Cuando la vi por primera vez sentí una paz muy grande, porque solo con estar a su lado ya se siente paz… Desde el primer día, sentí que Josefina era lo que yo toda mi vida he estado buscando. Fue verla y supe en ese instante que había encontrado lo que yo necesitaba y que ya no tenía que buscar en ningún sitio más. ¡No tenía nada que ver con las personas con las que me había encontrado hasta entonces! En mi opinión, Josefina es lo más parecido a un profeta en esta Tierra con un don divino de sanar y ayudar a todo el que lo necesite, tanto a nivel físico como espiritual, ¡y eso no es algo que nadie pueda aprender a través  de cursillos de ningún tipo (Tarot, reiki, etc.)! La energía que te transmite con sus manos es pura Vida que emana de Dios Padre, y puede diagnosticarte la causa que te está provocando el mal y darte las pautas que debes seguir para ponerle remedio. Porque muchas veces gran parte de nuestros males físicos son causados por nuestro desequilibrio interior, pensamientos negativos y formas de afrontar los distintos acontecimientos que nos van pasando en la vida. Para ello, siempre nos anima a que pongamos en práctica nuestro trabajo personal que debemos realizar para empezar a sacar la luz que todos llevamos dentro, nuestra parte divina que tan oculta está por la terrenal, enterrada en nuestras propias creaciones y el karma que arrastramos de vidas pasadas, siempre poniéndonos como ejemplo tantas y tantas verdades que están escritas, ocultas para los profanos, en la Biblia, especialmente en el mensaje de Jesús.

¡Son tantas las gracias que tengo que darte, en todo lo que me has ayudado, sanado! Mi salud estaba muy resentida:

* Tenía dos hernias discales, una cervical y otra lumbar, que me ocasionaban muchos dolores.. Tantos, que no podía ni rozarme la sábana.. Y a través de tu imposición de manos mis hernias se curaron y los médicos no podían entender cómo me habían desaparecido sin la intervención quirúrgica que según ellos precisaba.

* Mis ojos… Me operaron muy joven de cataratas y tenía la mácula mal. Ahora, de todo lo que he mejorado, hasta tengo menos graduación, los problemas de la mácula han desaparecido y mis ojos están sanados.

* Mis pies… Que no podía dar un paso de los dolores que tenía, ¡y hasta los médicos me prohibieron caminar! Ahora ando ocho kilómetros al día y todo gracias a ti, Josefina, a la Vida que nos transmites a través de tus manos.

* También tengo que agradecerte la ayuda que le prestaste a mi madre en sus últimos instantes en este mundo.

Con Josefina teníamos reuniones todas las semanas, durante varios años, en las que nos explicaba y descifraba los pasajes de la Biblia, la palabra de Dios Padre y sus Profetas. Reuniones a las que cada uno éramos libres de asistir, pues Josefina nunca nos imponía nada, todo era en total libertad. Es más, yo estaba deseando que llegara el fin de semana para ponerme en marcha, aunque teníamos que hacer cuatrocientos kilómetros entre ida y vuelta en apenas unas horas, pero era tanto lo que recibía de ti, Josefina, que no me importó nunca si estaba diluviando o nevando. Iba con tanta fe que nunca nos pasó nada en todos los viajes que hicimos, aunque el tiempo en muchas ocasiones fuera tan adverso.

Josefina me ha dado conocimiento y entendimiento. Yo siempre quería saber más, y tu me decías “poco a poco…”. ¡Qué razón tenías! Era tanto el lleno interior, que no se puede explicar con palabras. ¡Con qué paciencia nos atendías a todos sacando ese tiempo de tu vida para nosotros, y qué cansada te quedabas por tener que explicarnos una y otra vez hasta que lo entendiéramos, porque algunos éramos duros de cerviz! ¡Cuánta paciencia has tenido conmigo!

Lo único que nos has pedido a cambio de tanto como nos has dado es que nos trabajemos nuestros pensamientos para así poder evolucionar. ¡Cuánta compasión hay en ti! Sólo un ser muy especial como tu puede ser capaz de sentir tanto Amor por sus semejantes. Sólo deseas el bien para todos nosotros, que todos podamos llegar a beneficiarnos de las bendiciones de Dios Padre y tu sabes que el único camino es nuestro trabajo personal, por eso nos lo insistes tanto, y siempre estás ahí para volver a aclararnos una y otra vez todo aquello que necesitemos.

Lo que antes de conocerte me hacía tanto sufrir, ya no lo hace. Y ahora, que estoy sola, porque mis hijas ya se casaron y han formado una familia, me siento relajada y feliz con mi vida, con un trabajo estable, con mis nietos… Mi tristeza ha desaparecido, así como mi sufrimiento. Todo eso gracias a haberte conocido en esta vida.

Tanto les hablaba a mis hijas de ti, que ellas también se interesaron en conocerte. ¡Cuánto las has ayudado a ellas también y las sigues ayudando!

También tengo que decir que me siento muy afortunada por haber podido disfrutar con Josefina y otras personas muy cercanas a ella unos viajes muy especiales a Roma, Florencia, París y las catedrales del Loire, en los que, además de las propias vivencias del viaje en sí, pudo compartir con nosotros el significado que iba descifrando de algunos de los mensajes que pintores y escultores de la época, con mucha sabiduría, dejaron encriptados para todo aquel que tuviera la sensibilidad despertada para poder descubrirlos, como es el caso de Josefina.

Gracias Josefina por tanto amor, paciencia y dedicación y más y más y mucho más, que me has dado y me sigues dando, por ayudarme a ver la luz de la VERDAD. Porque tú eres Verdad, Luz, Vida y Amor. Gracias por estar ahí.

Gracias y mil veces gracias, Josefina, y a Dios Padre por haberme permitido llegar a ti.

Con respeto y cariño.

escrito porAdela, el día 5 de septiembre de 2017

adelagaldeano@gmail.com