Gracias por estar siempre ahí

Comienzo relatando mi testimonio sobre cómo ha cambiado mi vida desde que conocí a Josefina, espero acordarme de todo, por lo menos de lo más importante, aunque, todo lo que ocurre en torno a ella siempre lo es.

¿Qué cuando conocí a Josefina?, pues más tarde de lo que me hubiera gustado, pero, como bien dice ella, “las cosas suceden cuando tienen que suceder”. Fue un domingo 6 de abril de 2014, en el bautizo de los peques, como así los llamamos mi marido y yo, los hijos mellizos de unos de nuestros mejores amigos, que para nosotros es como si fuesen nuestros sobrinos.

Recuerdo que llegamos a la iglesia donde tendría lugar el bautizo, la madre de los mellizos me presentó con un gran cariño a Josefina como la “Madrina”, hasta aquel entonces, para mí «la madrina misteriosa» porque desconocía quienes iban a ser los padrinos. Mi primera impresión fue que se trataba de una persona todo bondad, llegué a pensar que se trataba de una «misionera» o algo así, que en cierto modo lo es, ya que si está aquí en la Tierra es para cumplir una misión muy importante (cuestión que traslada ella mejor que nadie en su blog de memorias y que os invito a leer con detenimiento si no lo habéis hecho aún).

Pues bien, en la celebración del bautizo estuvimos sentadas muy cerquita en la mesa, ella estaba en frente mía.

Al despedirnos recuerdo que le dije «pues hasta otra, porque supongo que nos veremos pronto, ¿no?». Y así fue, no tardé mucho en volver a verla. En diciembre de ese mismo año nuestros amigos me hablaron sobre ella durante un desayuno en el trabajo, con la intención de que nos ayudará en nuestros «problemillas». Lo curioso es que cuando se lo conté a mi marido, ninguno de los dos dudamos ni un momento, incluso él me dijo que se le estaban poniendo los pelos de punta.

Esa misma semana fuimos a conocerla a Granada junto con nuestros amigos y los peques, recuerdo que fue una tarde de sábado 19 de diciembre, un día muy entrañable.

Mientras Josefina me imponía las manos, aunque yo desconocía su significado, me sentía muy bien. Al acabar, comenzó a hablar conmigo describiendo a la perfección mi personalidad y dándome consejos sobre cómo debía actuar si quería recibir su ayuda de una forma beneficiosa para mí. Así que me fui ensimismada e intentando en todo momento seguir sus consejos.  Desde entonces, cada vez que voy a visitarla, intento ir con los oídos bien abiertos para poder recibir todo lo que me dice.
Con su infinita paciencia y su bondad, nos ayuda a través de la imposición de manos, a través de sus oraciones diarias y cada vez que la llamamos cuando la necesitamos. Personalmente, desde que conozco a Josefina, he recibido su ayuda en varios aspectos.

A nivel ESPIRITUAL, me siento más tranquila, intento ser mejor persona, más justa con ciertas cosas. A mi manera, intento transmitir a los demás lo que ella nos enseña, que espero nos siga enseñando por muchos años más. Soy consciente de que me queda mucho por aprender y que, seguramente no podré llegar a aprenderlo en esta vida.

Por ello, pido al Padre que nos la deje por mucho tiempo. Es increíble, pero cuando me siento mal acudo a su página web a leer algún capítulo de sus memorias o a visualizar alguno de sus vídeos y, siempre me transmite el mensaje que necesito en ese momento para mi tranquilidad.

A nivel TERRENAL, mis crisis de migraña son cada vez menores y menos dolorosas. Cuando me da alguna, con sólo llamarla, me siento más aliviada gracias a la gran ayuda que me envía desde la distancia y los remedios naturales que ella me aconseja a través de sus revelaciones. Tan solo relajándome, desde hace algún tiempo no necesito acudir a la pastilla anticrisis tan dañina para mi cuerpo, como en tantas ocasiones tuve que hacer antes de conocerla.

En cuanto a mis problemas de fertilidad, me ha ayudado a preparar mi útero para cuando llegara el momento. Le ha dado vida a mis ovarios consiguiendo que generasen óvulos “buenecillos”, como ella dice, y lo ha conseguido. De hecho, ahora estoy embarazada casi de 9 meses y en breve vendrá al mundo mi niña que seguro nos traerá mucho amor y felicidad. No quería dejar sin escribir mi testimonio antes de que llegara el momento de su nacimiento. Recuerdo siempre con un a emoción inmensa el día que noté que el embrión se agarró al útero, al poner sus manos sobre mi barriga, ambas nos miramos a la vez y nos reímos ya que sentimos lo mismo, yo en mi útero y ella en sus manos. Josefina me preguntó “¿lo has notado?”, y yo le dije, “sí, he notado como un pellizco en el lado derecho”. Se trataba de un milagro sin lugar a dudas, sin la luz que ella transmite seguramente mi hija no se hubiese agarrado nunca al útero, al cual le ha estado dando luz desde entonces.

Cada vez que he ido a visitarla y me pone las manos, mi niña se mueve enérgicamente, es como si la conociera. De hecho, el primer movimiento más fuerte que sentí fue una vez que ella me impuso las manos. Además, al día siguiente amanezco con la panza más gordita. Por el contrario, últimamente que me noto más nerviosa porque se acerca su llegada, cuando voy a visitarla ocurre que al ponerme las manos la tranquiliza, es como si la luz supiese en cada momento cómo debe actuar. Ahora aquí estoy, con ansias de la llegada de mi niña con la gran incertidumbre de no saber qué espíritu será el que encarnará su cuerpecito, aunque seguro que uno muy bueno.

Y así es cómo ha cambiado mi vida desde que Josefina se encuentra en ella. La única pena es no poder tenerla más cerquita pero lo bueno es que cuando por algo no te sientes bien y la llamas, con tal sólo escucharla, te da vida y es que tiene una energía que te contagia. Suelo ir a visitarla con cierta frecuencia, aunque no tan a menudo como me gustaría porque debemos ser conscientes de que ella se cansa y debe estar fuerte para muchos otros y para sí misma.
A diario me hago la pregunta, ¿por qué El Padre la habrá puesto en mi camino?, y sobre todo, ¿de qué forma le puedo yo responder?, es decir, ¿qué espera El Padre de mí?. Como ella bien dice, lo importante en esta vida es ser buena persona y estar tranquilo con uno mismo ya que, la vida en sí es un misterio, y ya todo vendrá como debe venir.

En su misión intento ayudarla en lo que buenamente puedo. Cierto es que siempre se puede hacer más de lo que hacemos ya que, si sacamos tiempo para cosas efímeras, también debiéramos sacarlo para las cosas importantes como ésta ya que, el tenerla a nuestro lado incondicionalmente no está pagado con nada material y, creo que es cuestión de intentar devolverle su ayuda en lo que podamos con altruismo y positividad, así debe ser.

Las puertas de su casa siempre están abiertas, su teléfono activo para poder atenderte cuando lo necesites, los libros que ha escrito a lo largo de todos estos años a disposición de todos, y su página web permanentemente actualizada. Todos estos medios me sirven de una ayuda inmensa para poder tener un mayor conocimiento sobre El Padre y lo que espera de nosotros aunque, para ello, debemos tener en cuenta que debemos evolucionar, que es la gran oportunidad para la que hemos venido a la vida, para evolucionar y de esta forma poder liberarnos de karma de vidas pasadas.

Me siento una gran afortunada por tenerla tan cerca. Por ello, os animo a todos los que seáis limpios de corazón a que la conozcáis porque, sin lugar a duda, merece la pena.

02 de febrero de 2018

Finalicé lo que hasta entonces era para mí “mi testimonio” en lo que concierne a mis vivencias con Josefina hace justo un año, cuando estaba esperando la llegada de mi niña, a quién finalmente llamé Sofía. Se trataba de un nombre que de siempre le había gustado a su padre y el mismo día de su nacimiento fue cuando decidimos cómo llamarla.

Puedo decir que desde el momento en el que me quedé embarazada, no me ha dado tormento alguno, ni tan siquiera el día de su nacimiento. De siempre le había tenido mucho miedo al momento del parto y, ella vino a este mundo “prácticamente sin enterarme”. Aún me emociono cuando recuerdo toda la ayuda recibida ese día tanto para mi bien como para el de ella.

Estaba recién cumplida y, no era habitual en mí acostarme tan temprano como lo hice aquella noche, y es que estaba más cansada de lo normal. A las 5 y media de la mañana me levanté un poco rara y le dije a mi marido que creía había llegado el momento y que nos fuésemos al hospital para que nos lo corroboraran. Y así fue, me confirmaron que había roto aguas y que por ello la niña debía nacer como mucho en 24 horas. ¡Dios mío, qué felicidad más grande y qué nervios a la vez!, ya que, aunque parezca mentira, miedo no tenía alguno. Durante todo el embarazo ya me decía Josefina que no lo tuviese, que la niña se estaba colocando para que el alumbramiento fuera fácil, y así fue.

En seguida avisé a Josefina para que me enviara ayuda pero, lo que nunca me podía imaginar es que la ayuda que recibí de ella a través del Padre fuese a ser tan grande ya que, para ser primeriza, en tan sólo tres horas ya estaba preparada para ponerme la epidural y…ni me había enterado (dolores de menstruación más fuertes he tenido a lo largo de mi vida). A las dos horas de ello me llevaron a paritorio, a pesar de los malos presagios del doctor que me examinó a primera hora. Al entrar a paritorio me dije… “ahora viene lo complicado, a ver si soy capaz de portarme bien porque sé a la hora que he entrado pero no a la que saldré ni de qué forma, y lo que debo procurar es que la niña sufra lo menos posible al nacer…” y cuál fue la sorpresa para todos, que a los dos minutos nació Sofia. Si, en la segunda contracción que me dio en paritorio, de pronto la ginecóloga me dijo “aquí tienes a tu hija” y la puso sobre mi barriga.

¡Qué sensación más extraña sentí!, aquella personita que había estado en mí tanto tiempo, de pronto estaba mirándome y llorando, como pidiéndome que la ayudara porque ella estaba aún indefensa y, mi marido y yo al escucharla llorar nos dijimos a la vez emocionados, “ya está aquí”, porque Josefina nos explicó previamente qué quería decir el primer llanto del bebé.

Cuánto me hubiese gustado que ella hubiese estado en el nacimiento de Sofía, sobre todo para que hubiese podido vivir el momento de la llegada de su espíritu a esta vida. No obstante, tan sólo 4 días después de su nacimiento, la llevé a Granada para que ambas se conocieran y, esa tarde Josefina me contó una experiencia que con anterioridad no había vivido a la hora de enviar ayuda en los partos y que supongo contará en sus memorias de alguna forma. Nos relató un hecho más que ayudó a que Sofía naciese de la forma tan rápida como lo hizo.

Mencionar también mi rápida recuperación de la que no me han quedado secuelas, ya que sufrí un desgarro y tanto los médicos como amigas con las que hablo, no salen de su asombro, y es que como bien me decía  Josefina cuando me veía, “no te abandono hasta que vea que todo vuelve a estar en su sitio, pero tu también pon de tu parte en el sentido de no realizar esfuerzos innecesarios”, y así creo que lo hice y favoreció a que me recuperara antes. También recibí mucha ayuda de su parte con la subida de la leche, hubo un momento que de lo mal que lo pasé creí iba a tirar la toalla pero, a la mañana siguiente me levanté con los pechos perfectos, y es que ella se empeñó en que mis pechos pudieran amamantar a Sofia.

Este primer año de vida de Sofía ha sido muy especial y seguro que también los venideros. He vivido momentos con ella que nunca creí iba a poder experimentar. De hecho, mi sueño desde niña era el tener una hija algún día y, debido a los problemas que tenía de fertilidad, me daba exactamente igual el sexo, si fuese guapo o feo, alto o bajo,…sólo me importaba ser madre y que la criatura viniese bien, pero, hasta en ese detalle ha tenido cuidado el Padre. Cada vez que la miro, es como un sueño, un sueño hecho realidad. Mi vida continúa igual, pero con la alegría añadida de que ella se encuentra en ella.

Sus primeros meses de vida pasaron volando y, me adapté a la perfección a su rutina porque ella hacía que todo fuese fácil, y es que creo tengo una hija con el comportamiento adecuado hacia mi persona, en el sentido de ser muy buena y sana ya que, en caso de haber tenido una hija que fuese un poco más “movida” en los distintos aspectos de un bebé de su edad (problemas para dormir, para comer, para caer enferma,…), creo mi fragilidad no lo hubiese podido llevar bien.

Fue en el mes de Mayo cuando tuvo el gran privilegio de que Josefina la presentara al Padre, su bautismo, ¡qué momento más bonito!, y ¡qué placidez se le veía a Sofía en él!, la veía muy receptiva en ese momento. Sin lugar a dudas, un momento inolvidable en nuestras vidas por el significado que conlleva y, sobre todo, por haber tenido el privilegio de que fuese ella quién lo hiciera y por haber sido en el mismo sitio que fueron presentados al Padre “los peques”.

Es una niña muy buena y muy alegre, todo el mundo que la rodea la quiere mucho porque ella se hace de querer de una forma muy rápida, apenas se ha puesto enferma y, cuando lo ha hecho, de seguida se ha puesto bien de una forma increíble con la ayuda de Josefina, con la que se lleva muy bien y a quien dedicó su primer “gracias”. Los ojos se me llenan de lágrimas de sólo recordar ese momento. La ayuda de Josefina hacía “su Sofia” como ella le dice ha sido infinita no sólo desde que ha nacido, sino desde el momento previo a mi embarazado y durante éste tal, y como comenté en mi anterior relato. Yo la considero a ella como su madre de luz, luz que la ha iluminado en todo momento.

¡Cuántas gracias debo dar a Josefina por haber intercedido ante el Padre por haberme bendecido con ella y haberme otorgado el privilegio de tener como hija a una niña tan especial!, a la que procuraré, en la medida de lo posible, ayudarla para que su evolución en esta vida sea la adecuada.

De hecho, desde que se encuentra en mi vida, siento que si actualmente me encuentro en este mundo no es sólo para evolucionar, sino también para ayudar en su evolución a mi hija y apoyarla en lo que ella bien decida en esta vida que le ha tocado vivir junto a nosotros. Además, me siento con una mayor fortaleza desde que soy madre para poder criarla ya que, desde entonces me siento más fuerte y feliz y, mis dolores de migraña han disminuido de una forma increíble. Ya no tengo esos dolores tan fuertes que me daban antes de conocer a Josefina, eran tan fuertes que a veces llegaba a pensar “como siga este dolor tan intenso me va a dar algo…”, pero ahora son mucho más leves y me recupero más fácilmente.

Muchas gracias, ¡te queremos!

escrito por Susana, el 23 de enero de 2017.

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