Empezaré a relatar la primera experiencia que tuve, en concreto con mi espalda.
Desde bien chico siempre he sido una persona muy observadora, agradecida y ávida de aprender con vocación de ayudar a todo el mundo, pero en especial a mis seres queridos, siendo la responsabilidad algo que me ha caracterizado, quizás en exceso, prevaleciendo incluso a la hora de afrontar los retos que me marcaba la propia vida.
Por mi responsabilidad de ayudar a la unidad familiar, cuando tenía 15 años sufrí una lesión de espalda ayudando a mi padre en su trabajo al cargar con una lavadora de más de 100Kg. El resultado fue una protrusión localizada entre las vertebras L5-S1, que me ocasionaba pinzamientos del nervio ciático, lo que me ocasionaba en algunas ocasiones la perdida de fuerza en las piernas y llegar a desplomarme.
Con el paso del tiempo, esa hernia discal se hizo compañera de fatigas con sus dolores y crisis, teniendo que dejar de hacer actividades (como el baloncesto) y adaptarme en mi día a día, pero todo esto cambio cuando conocí a Josefina.
Ella es todo amor, bondad, compresión, apoyo, perseverancia, humildad, valores que son los que yo siempre he admirado en las personas, pero nunca lo había visto en una sola todos ellos, además de poder apreciarlos en el mismo momento de conocerla. Te das cuenta que hablas con un ser muy especial, además de tener un Don que le ha dado el Padre, el sanar con la imposición de sus manos.
Al ponerme las manos, sentía la energía emanando de ella y recorriendo mi cuerpo algo muy difícil de explicar con palabras. Mi espalda fue mejorando, y las resonancias magnéticas que me iban haciendo los neurocirujanos así lo demostraban, la hernia no es que fuese a más, sino todo lo contrario. Las crisis fueron mermando en intensidad y dilatándose más en el tiempo, hasta llegar a desaparecer por completo.
Hoy en día, gracias a Dios Padre y a la ayuda de Josefina, me ha regalado a mis dos hijos, algo que también os contaré otro día. Son mellizos y no precisamente chicos, hecho que conllevaba realizar muchísimos esfuerzos físicos, algo que no ha resentido a mi espalda, siendo ésta cada día más fuerte, pudiendo cargar con ellos y con todo lo que le haga falta.
Por todo ello, solamente puedo decir GRACIAS por tu amabilidad, por tu bondad y por dejarme que aprenda día a día a ser mejor persona.
Un saludete.
Fran
jueves, 03 noviembre 2016 23:38
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