… que no tengo palabras de gratitud por lo mucho que siempre me has dado en todos estos años con tu paciencia y amor y poniéndome las manos.
Empezar por decir que cuando la conocí venía de dar varias vueltas por sitios que ni yo misma sabía lo que buscaba, lo mismo iba a que me echaran las cartas, que me ponía en contacto con personas que me decían que encendiéndome una vela me solucionarían el problema. Yo solo quería estar mejor, el caso es que cuando quise darme cuenta me estaba metiendo en una espiral que cada vez me envolvía en más y más oscuridad y de pronto pasé de ser una persona con mucha fe en Dios a no tenerla y eso empezó a afectarme tanto que recuerdo que solo le pedía a EL por las noches conocer a alguien que me ayudara y allí apareciste tú. Cuando te encontré tu Enseñanza era sencilla para mí, por tu forma de aclarar el mensaje de Jesús y por la paz que de ti emanaba hacia mí. Todo era fácil, sencillo y comprensible y me hablabas a mí, a mi realidad, sin metáforas, con constancia y paciencia.
Yo me encontraba muy mal, no comía y aunque estaba súper delgada me veía gorda, dejé el trabajo, además tenía muchos miedos, no podía estar sola, ni dormir, ni conducir. Y todo esto cambió a base del tiempo y del esfuerzo que tú me dedicaste. Recuerdo todas las horas en las que me hablabas y así durante años y yo seguía sin tomar conciencia de todo lo que me decías, aunque reconocía que me sentía mejor. Al ponerme las manos empecé a notar cambios, mi mente se iba despejando, pensaba con más claridad, se iba liberando, cada vez tenía menos miedos, incluso empecé a coger mi coche. Empecé a comer de todo a recuperar peso y estar más saludable.
Y todo eso lo has vivido conmigo y gracias a tu entrega y constancia, y gracias a Dios Padre que te ha puesto en mi camino ahora soy otra persona. Y como tengo tantas cosas que contar del trabajo de Josefina conmigo continuaré poniendo más comentarios.
Ana María
miercoles, 04 enero 2017 20:45