El rico epulón y el mendigo Lázaro
San Lucas, Capítulo XVI

«Hubo cierto hombre muy rico, que se vestía de púrpura y de lino finísimo: y tenía cada día espléndidos banquetes.» «Al mismo tiempo vivía un mendigo llamado Lázaro, el cual cubierto de llagas yacía a la puerta de éste,» «deseando saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico. Mas nadie se las daba: Pero los perros venían y lamíanle las llagas.» «Sucedió pues que murió dicho mendigo y fue llevado en Espíritu a su lugar de descanso. Murió también el rico y llevado éste a su lugar, viéndose privado de todas sus riquezas, se sentía atormentado y sin descanso día y noche.» «En un momento dado levantó los ojos y vio a lo lejos a Lázaro en el seno de Abraham» «y exclamó: Compadécete de mí y envíame a Lázaro para que tenga algún consuelo.» «Respondiole Abraham: Lo que me pides no te lo puedo conceder, pues entre nosotros y vosotros está de por medio un abismo insondable, de suerte que los que de aquí quisieran pasar a vosotros no podrían y ni tampoco de ahí pasar a acá.» «Ruégote pues, replicó el rico, que lo envíes a casa de mi padre,» «donde tengo cinco hermanos, a fin de que los aperciba y no les suceda a ellos, por seguir mi mal ejemplo, el venir también a este lugar de tormentos.» «Replicole Abraham: Tienen a Moisés y a los Profetas: que los escuchen.» «No basta esto, dijo él, pero si alguno de los muertos fuere a ellos comprenderán.» «Respondiole Abraham: Si a Moisés y a los Profetas no los escuchan, aun cuando uno de los nuestros resucite, tampoco le darán crédito.»

“Quien tenga oído que oiga lo que el Espíritu Santo os anuncia”

Con todo mi Amor,

Josefina