Imprecaciones
San Mateo, Capítulo XXIII

«¡Ay de vosotros, que devoráis las casas de las viudas con el pretexto de hacer largas oraciones, por eso recibiréis sentencia mucho más rigurosa!» «¡Ay de vosotros, porque andáis girando por mar y tierra a trueque de convertir un gentil con vuestra doctrina; y después con vuestro ejemplo los alejáis de la Verdad!» «Diciéndoles: Jurar por el altar, no importa; más quien jurare por la ofrenda puesta sobre él se hace deudor. ¡Ciegos!» «¿Qué vale más la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? Cualquiera pues que jura por el altar jura por él y por todas las cosas que se ponen sobre él.» «Y quien jura por el templo jura por él y por aquel Señor que le habita.» «¡Y el que jura por el Cielo, jura por el Trono de Dios y por Aquel que está en él sentado!»

«Más Yo os digo: Que de ningún modo juréis, ni por el Cielo, pues es el Trono de Dios;» «Ni por la Tierra, pues es la Peana de sus Pies;» «Ni tampoco juréis por vuestra cabeza, pues no está en vuestra mano el hacer blanco o negro un solo cabello.» «Sí o no, has de decir»

Con este modo de responder ya Jesús nos estaba enseñando. Meditadlo reyes, presidentes, ministros, jueces, etc…, que con la mano sobre la Biblia juráis ser fieles cumplidores del cargo que vais a ocupar. Recordad, si habéis jurado en falso aun tenéis tiempo de rectificar. Meditémoslo también el pueblo llano, si por alguna u otra causa se nos solicita para hacer algún juramento. Si a los que nos piden algo respondemos sí, recordad que la Palabra es Ley y por lo mismo comprometidos quedamos para cumplir lo que se nos pida.

Si por el contrario respondemos no, exentos quedamos.

“Quien tenga oído que oiga lo que el Espíritu Santo os anuncia”

Con todo mi Amor,

Josefina