Nuevas parábolas (Segunda parte)

Cuánto Amor nos dejó Jesús en sus parábolas. Recordad: Que en la Parábola del Sembrador iba por las ciudades predicando y anunciando el Reino de Dios. Hubo muchos que, por diferentes quehaceres terrenales (más o menos justificados) y deleites de la vida, no le prestaron atención, por lo que: «su semilla fue pisoteada y la comieron las aves del cielo.» Pero hubo otros muchos que sí la recibieron. Sin embargo, en las diferentes partes de estas nuevas parábolas ya nos dice abiertamente que el Reino de Dios está dentro de nosotros y para que nos sea más fácil reconocerlo nos fue dando pistas sobre las diferentes formas en que lo podemos descubrir. En una de ellas nos dice: «El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza, el cual a la vista de los demás es menudísimo.» Lo que servidora os puede asegurar es que para los que sí la recibieron, si han seguido con su trabajo personal, es todo lo contrario: «pues va creciendo y llega a hacerse árbol, de forma que las aves del cielo bajan y posan en sus ramas.» Es importante también que os recuerde que para encontrar el Reino de los Cielos se tienen que tener cumplidas las Leyes que nos dejaron los Profetas, lo que os llevará a comprender el Mensaje de Jesús que, por medio de su Espíritu, os ayudará a descubrir la Verdad que os hará libres. Y solamente después se puede aspirar a descubrir que su Reino está dentro de nosotros. Mas, ¿Qué ha sido de los que no la recibieron? En estos versículos que os traigo al recuerdo de la Parábola del Sembrador está la respuesta que le dio a uno de sus discípulos: «Cuando extrañado le preguntó, Maestro: ¿no sembraste buena simiente en tu campo? Pues ¿Cómo tiene cizaña?» «¿Quieres que vayamos a cogerla? A lo que respondió: No, porque no suceda que arrancando la cizaña juntamente arranquéis con ella el trigo.» «Dejad crecer una y otro, que al tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Coged primero la cizaña y haced gavillas de ella para el fuego y meted después el trigo en mi granero.» Este gesto de separar la cizaña del trigo nos tiene que fortalecer en la Fe, ya que al separarlo lo guarda consigo. Pues nada se pierde del Conocimiento que, vida tras vida, nos llevemos en positivo. Hay que tener en cuenta que hemos estado aprendiendo mezclados junto a los que siembran cizaña y que a nosotros no nos corresponde cortarla. Para hacer ese trabajo ya Jesús dejó dicho que llegado el tiempo de la siega enviaría a sus ángeles: ¡Pues bien, ese tiempo ha llegado! Reflexionadlo todos los que seguís sembrando la cizaña.

“Quien tenga oído que oiga lo que el Espíritu Santo os anuncia”

Con todo mi Amor,

Josefina